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Transparencia Web

Los abusos cometidos durante los últimos años hacen necesaria una mayor transparencia frente a los ciudadanos. Aunque pueda parecerlo, no estoy hablando de política nacional sino de cookies.

Las cookies son esos archivos de texto que se guardan automáticamente en los ordenadores, móviles, o tablet de los usuarios cuando acceden a determinadas páginas web, servicios de Internet, o aplicaciones móviles, y cuya finalidad es almacenar y recuperar información sobre estos usuarios y sus hábitos en Internet.

Es decir, cuando una persona visita una página web es muy probable que haya una empresa que esté guardando. en el propio ordenador del usuario, datos sobre lo que el mismo hace en Internet, para así poder personalizar su visita, analizar su comportamiento, o incluso ofrecerle publicidad personalizada dependiendo de sus hábitos de navegación.

Explicado qué son las cookies, es necesario preguntarse: ¿es positivo que las empresas puedan acceder a esta información? En mi opinión, sí. Y es que tanto los usuarios como las empresas consiguen grandes ventajas con esta herramienta al poder personalizarse y adaptarse la relación entre ambos hasta límites insospechados. Y aquí precisamente está también el inconveniente: la obtención de información puede ser tan amplia que no es difícil vulnerar la privacidad de los usuarios con la excusa de ofrecerles el servicio o producto más acorde con sus gustos y preferencias.

Para visualizar de una manera clara los pros y contras de que un tercero sepa cuáles son nuestros hábitos y preferencias, podemos ponerrnos en la piel de una persona que va a su bar habitual, y el camarero, que ya la conoce, la saluda por su nombre y la sirve su bebida habitual, todo ello sin tener que preguntarle nada. Esto suele ser agradable para la mayoría de los usuarios de un bar. No obstante, posiblemente, a casi ninguno de los clientes habituales del establecimiento le gustaría que el camarero le siguiera para ver qué otras bebidas toma en otros bares, o incluso a qué lugares va, para después poder sacarle sacarle temas interesantes de conversación cuando regrese a su bar. Es evidente que el cliente se sentiría agredido en su privacidad e intimidad.

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Pedro López de Lemus Rodríguez

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